Así se escribe, sí señor. Y muchas preguntas después. Respondamos algunas. ¿Por qué tres tristes tigres? Porque son tres amigos que andan por ahí melancólicos y apolíticos, llorando la extinción de su mundo de arrimados al detritus cultural. Porque es un trabalenguas y la novela traba las lenguas de daiquirís y manías verbales, que mira que a las tres de la mañana andar triste con los tigueres es una cosa tumba monumentos, bustrafelónica, como diría B. Y es que ponerse a hacer trabalenguas es cosa de borrachos desobamados. Esta era aparentemente la noche bohemia de la Habana que ahora extrañan los septuagenarios del exilio. Que no me pregunten a mí, que así me acuerdo yo la noche Habanera de antes de ayer.

¿Por qué domina en la novela la voz del fotógrafo? Porque es el pseudo-Infante. Porque la novela era toda suya cuándo se llamaba solo “Ella cantaba boleros.” Porque es muy aburrido hacer del escritor personaje principal (aun si el fotógrafo habla y escribe como uno). ¿Por qué tantas referencias literarias? Porque hay que sudársela si después de pasarse toda la vida tragándose lo que se vende como haute culture, no le va a salir a uno borracho perdido (¿o encontrado?) con el clan de los taimados (¿o estafadores?). ¿Y cómo entonces es literatura? Y si no lo es, que va a ser, ¿un juego de monopolio?

Y al final unas preguntas baja-nota, que para eso nos pagan, ¿Qué hacen todas esas lenguas extranjeras en la Walpurgis Habanacht? Esto, amigos míos, es lo que nos incumbe, a mí y aquellos planes de asustar a la literatura. Mientras el español se desenrolla de coloquialismos y formalidades, el inglés merodea, asomándose en las pretensiones de Cué, en los filmes y las importaciones de Miami, y así poco a poco, a pesar de los berrinches del fotógrafo, se va gestando un nuevo código. ¿Será que el worcestershire aderezando el sinfín de alusiones no es más que otra señal de salida del texto o se nos desparrama de una vez como el eclipse de la Estrella desnuda? No es solo el inglés; los Usual Suspects se cuelan también, francés, italiano y alemán (en su debida proporción, claro). Es y no es la poliglotía caribeña y ahí está el rub. Es el desmadre lingüístico de los sobre-leídos, no cabe duda, que por falta de público no mezclan el chino con árabe y farsi. En el Caribe existe otra poliglotía, la que llamaremos geográfica por el momento. Este otro inglés, este otro francés (sin italiano, ni alemán, salvo turista), con una triza de holandés y mucho pero mucho kreyol, esta otra Babel, no tiene ni público ni biblioteca descomunal que la sostenga. ¿No sería lindo, digo yo, si de ella también sacamos una novelita? Y quizas al final del experimento se verifique la hipotesis de Bustrofoneta que sugiere que de siete u ocho lenguajes se puede sacar uno… aunque al final venga pareciendo mas inglés que otra cosa.